No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. Isaias 43: 18Los psicólogos dicen que hay dos archivos principales en la memoria de cada persona. Un archivo está lleno de los fracasos, las caídas, los recuerdos dolorosos, los resentimientos por ofensas recibidas, las privaciones y los daños que nos han ocasionado. El segundo es su archivo de victorias. Contiene el registro de los logros, los momentos felices, los comentarios estimulantes escuchados y todas aquellas cosas de las cuales te sientes orgulloso.Investigaciones realizadas comprueban que la disposición de una persona, su estado de ánimo, depende del archivo en que se concentra. Mucho antes de que los psicólogos hicieran esos descubrimientos, los escritores bíblicos aconsejaron no poner la vista en los fracasos del pasado, en los recuerdos negativos, en lo que queda atrás. Animaron a sus lectores a tener un punto de vista saludable y positivo de la vida.El apóstol Pablo aconseja a sus lectores y oyentes que no piensen en lo que queda atrás (Fil. 3:13), que dejen en el olvido todo aquello que deprime, paraliza o altera la paz y la tranquilidad. Aconseja poner la atención en el archivo donde se encuentra lo bueno, lo amable, lo puro, lo que es virtuoso, en lo que es digno de ocupar nuestros pensamientos (Fil. 4: 8).¿En qué archivo te concentras tú? Muchos viven conectados a su archivo de fracasos. Concentran su atención en sus desengaños, en sus heridas, en sus experiencias dolorosas, en sus días tenebrosos y en sus horas de pesar. Dios declara en su Palabra que nuestros fracasos han sido puestos en el olvido, que nuestros errores han sido echados en lo profundo del mar. Nuestras faltas fueron lanzadas tan lejos como la distancia entre el oriente y el occidente (Sal. 103:12). Alguien ha dicho que Dios ha lanzado nuestros pecados al fondo del mar y ha puesto un rótulo que dice: «Prohibido pescar».El salmista David habla de lo que ocurrió cuando se centró en su archivo de fracasos. Afirmó: «Mi pecado está siempre delante de mí» (Salmos 51: 3). Como consecuencia de ello, sintió que sus huesos se secaban. Todo cambió cuando concentró su atención en el perdón y la salvación de Dios.Te animo hoy a dejar de vivir en el pasado. Olvida lo que queda atrás y pon tu vista en lo que está delante. Si vuelves al pasado, considera tu archivo de victorias. Aunque sea una sola victoria, acude a ella. Si no recuerdas ninguna victoria, recuerda el momento en que Dios te salvó. Esa es la más grande de todas las victorias.
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