Princesa Guerrera - Cuidado!! No te contamines

 
NO TE CONTAMINES


Daniel 1:8 Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.

Vamos a analizar por unos momentos el contexto, de lo que está hablando aquí Daniel. Podemos ver que Daniel junto con el pueblo de Israel había sido llevado a Babilonia. El Señor durante muchísimos años habló a través de sus profetas diciéndoles que si no cambiaban sus caminos, si no cambiaban sus actitudes, si permanecían ellos en el pecado, iban a ser llevados cautivos a Babilonia.

El pueblo no escuchó, no quiso hacer lo que Dios le estaba demandando y por lo tanto el pueblo siguió haciendo lo malo delante de los ojos de Dios. Le habló a través de un profeta, le habló a través de otro, le habló a través del profeta Isaías, le habló a través de otros profetas y el pueblo no entendió. Las palabras de los profetas entraban por un oído, dicen aquí en México, les entraban por un oído y se les salían por el otro. Y yo creo que en ocasiones ni siquiera les entraba, no querían escuchar la voluntad de Dios. No les interesaba hacer lo que Dios establecía, por lo tanto, el pueblo siguió haciendo lo que mejor le parecía. Siguió haciendo lo que ellos querían.

Y en ellos había diversos pecados, los pecados más fuertes que había en aquellos días era la idolatría y la rebeldía. Dos pecados que han acompañado al pueblo de Israel desde siempre; y tal vez a toda la humanidad. Tal vez a nosotros también dos pecados que permanecen en nuestro corazón y que tenemos que sacar porque si no, esto va a traer consecuencias.

Ellos fueron desobedientes a la Palabra de Dios. Dios les habló, Dios les insistió de muchas maneras. Constantemente estaban en guerra por su desobediencia y sin embargo no hacían caso y permanecían en lo mismo. Finalmente se llegan esos tiempos que creemos que nunca van a llegar, esos tiempos en los cuales el Señor dice, viene una reprensión, va a venir un día… Y nosotros lo vemos muy lejano y decimos: “no, no va a pasar nada. Dios es misericordia, Dios es amor. Y como Dios es misericordia y es amor podemos continuar como estamos y no va a pasar nada”.

Y así caminó el pueblo, como muchas ocasiones tal vez nosotros caminemos. Sabiendo que tenemos que cambiar algunas cosas y no las cambiamos, seguimos exactamente igual. Sin darnos cuenta que va a llegar la reprensión de Dios, un día va a llegar el castigo, lo dice la Palabra. A los israelitas este tiempo les llegó, y un día dice la Palabra el rey Nabucodonosor sitió Jerusalén y la hizo cautiva. Se llevó a Babilonia, se llevó a mucha gente pero se llevó a los príncipes de Israel. Y dentro de esos príncipes de Israel estaba Daniel y estaban otros 3 compañeros de él príncipes también.

Nabucodonosor los conocía, él sabía perfectamente bien quiénes eran los príncipes y por lo tanto él puso sus ojos sobre ellos y los apartó. Y le dijo al jefe de los eunucos: “a estos cuatro varones los vas a traer aquí al palacio, van a vivir en mi casa, y van a tener una atención especial porque yo tengo algo especial para ellos. No van a ser como todos los demás cautivos que van a estar sirviendo en diferentes áreas. Éstos van a tener propósitos específicos aquí en el reino. Por lo tanto los vas a alimentar de este modo y les vas a dar de beber esto”. Y les da instrucciones de lo que tienen que hacer.

Para sorpresa del jefe de los eunucos, cuando llega con Daniel y le dice lo que el rey Nabucodonosor había ordenado, le dice: ”¿Sabes qué? Yo no me voy a contaminar con lo que ustedes comen. Yo no me voy a contaminar con lo que ustedes beben, no me voy a contaminar aun con su doctrina. Yo voy a hacer lo que Dios establece que yo haga. Discúlpame así van a ser las cosas. No me obligues, le dijo Daniel, a que me contamine”.

Y hace un momento el Señor en la profecía, hablaba algo en este sentido. Y decía que nosotros tenemos que ser radicales, tenemos que ser radicales en nuestra forma de pensar, de sentir y por lo tanto de actuar. Si nosotros queremos bendición de Dios, nosotros tenemos que hacer las cosas como Dios las establece. No podemos por un lado hacer las cosas como nosotros queremos, a nuestro entender, aún violando lo que Dios establece y por otra parte querer ser bendecidos, querer ser prosperados por Dios. Eso no es posible. O agarramos todo el paquete o no lo tomamos, es así de fácil. Si yo estoy en el Señor tengo que ser radical, tengo que hacer las cosas sin importar las circunstancias que me rodeen.

Analizando lo que había dicho Daniel, imagínate y ubícate en esos momentos en lo que él está viviendo junto con sus tres compañeros. Están cautivos, en una tierra que no era la de ellos, en un lugar, en Babilonia, que de ahí ha surgido toda la idolatría, todo el ocultismo y todo el pecado desde el principio, desde el principio de los siglos. Daniel está en un lugar preso, le quieren obligar a algo y él dice: “No lo voy a hacer. No importa lo que ustedes hagan con mi vida, yo soy de una forma y yo le voy a dar honra y gloria a Dios. Voy a ser fiel y voy a ser radical aunque no les parezca”. Y cuando él toma esta decisión de inmediato hay un respaldo maravilloso para su vida de parte de Dios.

Cuando nosotros decidimos hacer las cosas como Dios las establece, nosotros le estamos diciendo al Señor: “yo quiero agradarte”. Y cuando Dios ve que nosotros le queremos agradar y empezamos a caminar para agradarle siendo radicales, cumpliendo con su Palabra, viene el respaldo de Dios, es decir, viene el apoyo, nos ayuda y las cosas van a salir bien. Porque dice la Escritura que entonces Daniel halló gracia delante de los ojos del jefe de los eunucos. Es decir, le pareció bien al jefe, dijo: “ah, me agrada tu convicción, me agrada. Y aunque el rey me dijo esto, no te preocupes yo voy a hablar con él rey con el fin de que acepte lo que tú estás diciendo y te voy a alimentar de la manera que tú me lo estás pidiendo, así lo vamos a hacer”. Y esto es algo entonces que empiezan a hacer, lo empiezan a alimentar de este modo que lo había pedido él y sus amigos.

Nuestra relación con Dios implica apartarnos de lo que a Él no le agrada. Nuestra relación con Dios no solamente es el orar o el venir un momento o tal vez mucho tiempo, qué sé yo, cada quien tiene sus tiempos de oración específicos, y orar y pedirle, y pedirle y pedirle bendición. La comunión con Dios significa algo más, es tener una estrecha relación con Él. Es hacer lo que a Dios le agrada que hagamos y dejar de hacer lo que a Él le desagrada.  Esto de hacer lo que a Dios le agrada tiene como propósito fundamental que nosotros no contristemos al Espíritu Santo que está en nuestro ser.

Cuando nosotros nos bautizamos el Espíritu Santo descendió sobre nuestra vida, dice la Palabra, se unió a nuestro espíritu para guiarnos en toda verdad, y ahí está. Y cuando nosotros hacemos lo malo entonces el Espíritu que está en nosotros se contrista, se pone triste, le da dolor. Pero si nosotros caminamos de acuerdo a lo que Dios establece, y estamos haciendo esfuerzos por hacer lo que a Dios le agrada entonces en nosotros el Espíritu de Dios está gozoso y vamos a sentir en nuestro interior ese gozo. Así es de sencillo, el Señor te ha apartado a ti para Él, ¿por qué? Porque Dios te ama. Y te ha sellado y te sella dice la Palabra con su Espíritu Santo, por lo tanto dice el apóstol Pablo: “no tenemos que contristar el Espíritu de Dios que está en nosotros”.

No importan las circunstancias que nos rodeen, no importa lo que esté pasando a nuestro alrededor, nosotros nos tenemos que mantener firmes en nuestra fe. Y mantenernos firmes en nuestra fe no es solamente decir: “sí, yo sigo creyendo en Jesucristo”, es tener la convicción de lo que dice su Palabra y hacer lo que Él dice. Eso es mantenerse. Quien toma unas partes del Evangelio para hacerlas y otras partes las desecha porque las ve muy difíciles, porque no quiere, porque considera que no es el tiempo, en fin por otras muchas razones, entonces no está siguiendo el Evangelio de Jesús. Está haciendo su propio evangelio de acuerdo a sus propios intereses, a sus necesidades, está haciendo de la Palabra de Dios lo que quiere pero no está cumpliendo con lo que Dios establece.

Cuando nosotros caminamos dentro de lo que Dios establece Dios nos va a exaltar, nos exaltará. La gente que está a nuestro alrededor como en el caso de Daniel, verá las obras de Dios a través de nosotros, y aún serán capaces de reconocer la grandeza de Dios y serán capaces de glorificar a Dios. Por eso es tan importante el testimonio que nosotros demos. Por eso es importante la actitud que los que están a nuestro alrededor vean de nosotros.

Y aquí lo primero que nosotros podemos advertir en esta Palabra, es que Daniel propuso en su corazón no contaminarse. Es decir, él decidió por convicción mantenerse limpio delante de su Dios. Y esto le trajo bendición. Cuando nosotros le decimos a la gente que está a nuestro alrededor: “yo me mantengo en lo que Dios establece, no me importan las presiones que haya, no importa lo que a mí me estén insistiendo yo me sostengo en lo que Dios dice”. Dios va a traer bendición.

Daniel 1:17-20 A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños. 18Pasados, pues, los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el jefe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor. 19Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. 20En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.

Fíjate qué impresionante. Cuatro muchachos cautivos, llevados a un lugar de idolatría donde había magos, donde había astrólogos, donde había ocultismo; ellos se sostienen en el Señor, ellos hacen lo que Dios establece y entonces aún el rey los manda llamar y se convierten en consejeros del rey. Esto a mí me impresiona, esto a mí me impacta mucho cuando yo lo leo, porque digo: “Señor qué forma de exaltar a tu pueblo. Qué forma de exaltar a aquellos hijos tuyos que hacen tu voluntad, que se esfuerzan en hacer lo que tú estableces. Que están firmes en su convicción”.

Se esforzaron, sacrificaron, por supuesto que sacrificaron. Sabemos que el dejar las cosas no nos es fácil, tal vez no nos agrade pero cuando lo hacemos por el amor que tenemos al Señor, entonces la perspectiva cambia. Y cuando lo hacemos entonces viene la bendición de Dios. Imagínate por unos momentos a estos varones dando consejo al rey Nabucodonosor, y encontrándolos diez veces más capaces.

Hace unos días estaba yo con un abogado en una notaría, me presentan a este abogado como una eminencia en la materia. Platiqué con él, le encargué un asunto complicado, y después vuelvo a verlo, me reuní con él y me dice: “pues ya le estoy encontrando, ya sé por dónde voy a hacer las cosas”. Ya le había yo compartido la Palabra y le dije: “mira aquí hay algo que es importante comentarte. Yo estoy orando por ti para que Dios te dé capacidad. Tú puedes tener y tú tienes de hecho una capacidad, tú tienes una experiencia; pero le estoy pidiendo a Dios que te dé mucho más capacidad, que te dé de su capacidad para que tú hagas las cosas mejor. Y cuando termine todo este asunto, tú vas a ver que tú tienes más capacidad que la que tenías cuando iniciaste este asunto”.

Se quedó pensando, actualmente me está habando, lo estoy ministrando en muchas áreas ya de una manera personal y el Señor le está tocando. Y yo sé que va a pasar con él lo que aquí dice la Palabra: en la medida en que él busque de Dios, y busque agradar a Dios y hacer lo que Dios establece, Dios se va a manifestar a su vida y le va a dar más inteligencia, le va a dar más ciencia y le va a dar más capacidad. Estoy seguro de ello, de eso no tengo ninguna duda.

Y ninguno de nosotros tiene la misma capacidad que antes tenía; tenemos más capacidad cuando hacemos lo que Dios establece porque Dios no las da. Sencillo. ¿Quieres más capacidad? Haz más las cosas de Dios. “Es que tengo problemas en mi trabajo. Las cosas no me salen bien. Hay cosas con las que no puedo”. Haz lo que dice la palabra de Dios y Dios te va a dar la capacidad, tenlo por seguro. Aquí está el ejemplo de Daniel. Daniel diez veces más inteligente que los astrólogos y que los magos de ese tiempo, a tal grado que el rey consultaba ya a Daniel.

Proponerte algo así como lo hizo Daniel, es tomar una firme decisión. Es llevarla a cabo, no solamente decir: “sí yo lo voy a hacer, yo le prometo a Dios y ahora sí voy a cumplir con ello. Yo le prometo a Dios que ahora sí voy a estar en sus actividades, que ahora sí voy a orar todos los días, que ahora sí voy a leer la Palabra y que ahora sí voy a hacer lo que Él establece”. Una firme convicción es hacer lo que estás diciendo que vas a hacer, y hacerlo en una plena comunión en una plena relación con Dios.

El segundo aspecto aquí en Daniel 1:8, es No comer la comida del rey, ni beber su vino.  Y esto nos habla de una separación. El pueblo de Dios, los hijos de Dios, nosotros tenemos que separar lo de Dios de lo mundano. “Ay, es que allá afuera hay muchas cosas muy bonitas, hay cosas muy agradables”. Pues sí, pero las tienes que separar por agradables que sean, las tienes que dejar.

Yo antes de recibir al Señor, había algo que a mí me gustaba muchísimo, me gustaba el cognac y el vino tinto. Para mí era una delicia. Vengo al Señor, me entrego a Él y corto con eso; que tal vez no me fue fácil o tal vez no me fue muy difícil; a unos nos cuesta más trabajo que a otros algunas cosas. Lo importante es que tenemos que hacer la separación. Y separar y marcar de una manera muy clara que ahora nosotros teneos una convicción que es Cristo Jesús, tenemos una fe que es Jesús. Y las cosas no pueden ser como eran antes, tiene que haber diferencia.

La sabiduría que el Señor le dio a Daniel a causa de esto no era tampoco para que Daniel se luciera. No era para que Daniel dijera: “Ah, es que yo soy el ungido de Jehová. Es que yo soy aquel. Es que yo soy más inteligente que todos los demás”. No, no le dio esa capacidad para engrandecer su propio nombre. Le dio esa capacidad para engrandecer el nombre de Dios, para eso se la dio. Y un ejemplo de esto es cuando el rey Nabucodonosor pide que le revelen un sueño y que le den la interpretación.

Es decir, el rey Nabucodonosor soñó una noche algo que le inquietó, le atormentó en su espíritu. Y entonces le habló a sus magos,  a sus astrólogos, le habló a sus sabios y les dijo: “quiero que me den la interpretación de un sueño que tuve que me ha angustiado”. Y los astrólogos le dijeron: “está bien, ¿cuál fue ese sueño? Te vamos a dar la interpretación”. Contestó el rey: “¿Qué creen? No lo recuerdo, no recuero lo que soñé, por lo tanto les voy a pedir que me digan qué soñé y que me den la interpretación”.

Entonces los sabios le dijeron: “oye, esto es imposible para el hombre, no hay un hombre en toda la tierra que sea capaz de decirte lo que tú soñaste y mucho menos que de la interpretación. No lo hay, no lo existe”. Entonces Nabucodonosor tomó una decisión, los mandó matar por ineptos. Y alguien le habló y le dijo de Daniel que también estaba en esta capacidad. Y entonces le habló a Daniel y le dijo: “quiero que me interpretes un sueño, pero primero quiero que me digas qué soñé y que me des su interpretación porque ninguno de mis sabios lo pudo hacer”.

Y entonces cuando Daniel está frente al rey, dice la Palabra que oró así: Daniel 2:20-23 Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. 21El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. 22El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. 23A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.

Está orando y ya está declarando que tiene conocimiento de lo que Nabucodonosor soñó, ya lo está declarando. ¿Por qué? ¿Por qué Dios le respondió tan pronto? Estaba orando, estaba en estas palabras. Imagínate cuánto tiempo nos tardamos en leer esto que es el tiempo que Daniel tardó en orar a Dios, y ya tenía en su mente lo que había soñado el rey. ¿Por  qué pudo hacer esto? Por una razón muy sencilla, porque había una estrecha comunión con Dios.

Si no hay esa relación con Dios, Dios no te va a poder revelar absolutamente nada. Recuerda a nuestro Señor Jesucristo cuando viene a la tumba de Lázaro; llega a la tumba y hace una oración. Y en esa oración no dice: “oh Señor yo te pido que tú hagas un milagro y que resucites a Lázaro, mira cuánta gente hay aquí, mira a su familia que está adolorida, sus amigos que estamos tristes”. ¡No! “Yo te pido que tú lo resucites”. ¡No!

Dice la Escritura que nuestro Señor Jesucristo oró y dijo: “Gracias te doy Padre porque tú me has escuchado y porque tú me respondiste”. Quiten la piedra, y le ordena a Lázaro salir y sale. ¿Qué significa esto? Una cosa bien sencilla, que con anterioridad nuestro Señor Jesucristo había orado y había puesto en las manos de Dios el problema, y Dios ya le había dado una respuesta.

Y uno de nuestros graves problemas es que nosotros vamos a diferentes lugares a compartir la Palabra, a orar por enfermos, a hacer algo o vamos en busca de un trabajo y no sabemos qué va a pasar porque no tenemos comunión con Dios, y Dios no nos ha podido revelar absolutamente nada. Ese es un grave problema. Cuando nosotros al salir de nuestra casa a ir a cualquier lugar, nosotros ya deberíamos saber cómo nos va a ir porque Dios ya nos lo reveló.

Así se presentó Daniel, con una relación con anterioridad, con una relación permanente con Dios. Y cuando está con Nabucodonosor simplemente ora porque ya estaba la revelación de Dios. Cuántas ocasiones viene alguien y nos dice: “Necesito que vayan y oren por un enfermo que está grave, muy grave”. Respuesta: “Híjole, dame chance, ¿sabes qué? Déjame ponerme en ayuno, hacer oración, convocar a ayuno a todo el ministerio de intercesión y entonces sí, ya voy”. No, pues ya se murió. Ya cuando todo esto se arregló ya la persona no existe.

Nosotros debemos mantener una relación tan estrecha con Dios que en cualquier momento Dios nos pueda revelar su voluntad, nos pueda revelar lo que Él quiere. Le responde, le da a conocer Daniel al rey lo que quería; uff, pues más lo admira. Cuando Nabucodonosor tiene otro de sus sueños raros, Daniel le exhorta a buscar a Dios.

Daniel 4:27 Por tanto, oh rey, acepta mi consejo: tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad.

Estaba preocupado Nabucodonosor por otro sueño que había tenido, y Daniel viene y le dice: “aquí ya tienes tú que hacer algo. Tienes que poner orden en tu vida, tienes que hacer lo que Dios establece, busca a Dios, reconócelo. Reconoce que de Él vienen todas las cosas, arrepiéntete de tu pecado”. Babilonia en aquellos días era quien más poder tenía, eran los más fuertes. Hacías barbaridades y tenían dominio sobre todas las tierras, sobre todas las naciones, estaba muy fuerte Babilonia. El rey hacía lo malo, pecaba.

Y viene y le dice Daniel: “Cambia, redime tus pecados, arrepiéntete, arrepiéntete”. Durante doce meses Daniel le insistió a Nabucodonosor para que cambiara. Doce meses estuvo detrás de él diciéndole: “Cambia, cambia, redime tus pecados, arrepiéntete, busca a Dios”. ¿Te suena familiar?  Nos debe sonar familiar porque las profecías dominicales el Señor está hablando de cambios, está hablando de arrepentimiento. Las predicaciones están hablando de santidad, están hablando de dejar el pecado, ¿y sabes qué? No estamos oyendo, no estamos escuchando.

Nabucodonosor se llenó de soberbia, no hace caso a Dios, al llamado que estaba recibiendo de parte de Dios; no le hace caso a Daniel y hace una terrible declaración de soberbia, Daniel 4:30 habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Fíjate que impresionante. “Yo lo hago, yo lo hice y todo esto es mío por mi poder, y lo hice para mi propia gloria”. Uff, doce meses insistiéndole Daniel que cambiara, que tuviera otro pensamiento y le contesta esto.

Daniel 4:31-32, Viene el juicio de Dios. Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; 32y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere.

Si esto ocurriera en la actualidad y vamos con el Presidente y le preguntamos, o con los senadores, o con los diputados o con algún Gobernador y le preguntamos, ¿Quién te puso en el poder? Van a decir: “el electorado, porque vivimos en un país democrático. Las elecciones me llevaron a ser el Gobernante”. ¿Y sabes? No es así, dice la palabra del Señor que Dios es quien pone y quita a los gobernantes, Él es.

Y dice que después de que Dios hace este juicio, de inmediato se cumple. Daniel 4:33 En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.

Tremendo ¿no? ¿Cuánto tiempo pasó Nabucodonosor en esta condición? Dios le dijo que serían siete tiempos. Pero luego los tiempos nosotros no los alcanzamos a entender. Los historiadores consideran que durante diez años estuvo Nabucodonosor en esta condición. Diez años, tiempo durante el cual el hijo mayor de Nabucodonosor, Nabónido asumió el poder. ¿Hasta cuándo? Hasta que Nabucodonosor en medio de su locura tiene un momento de lucidez, un momento. Y ese momento de lucidez le hacen ver su condición y voltear sus ojos a Dios, ese instante.

Y Dios le devuelve la cordura y entonces dice la Escritura  Daniel 4:34-35  Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije (fíjate ya en el cambio), bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. 35Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?

Fíjate el cambio de Nabucodonosor, impresionantes palabras de una persona que no reconocía a Dios, impactantes. Después de la soberbia que tenía, ve lo que tiene que declarar. Pero hay un proceso para que esto ocurra, y Dios hace descender a Nabucodonosor a lo más bajo para acabar con su soberbia, para acabar con su vanagloria, para acabar con su prepotencia. Eso lo hace Dios, y lo humilla y lo baja. Dice la Escritura que aquel que se exalta Dios lo humilla; y al que se humilla delante de Dios, Dios lo exalta. Eso hizo Dios con Nabucodonosor.

Y aquí surge una pregunta que es importante, ¿cuál es tu condición? Nabucodonosor vivía en le pecado, tenía mucho pecado en su vida, no quiso oír las palabras de Daniel; le insistió, le insistió, doce meses estuvo detrás de él insistiéndole, no lo quiso escuchar. Tomo control Dios de las cosas y lo hizo descender a lo más vil, a lo más bajo. ¿Cuándo se iba hubiera imaginado Nabucodonosor con toda la grandeza que tenía en aquellos días, con toda la grandeza de Babilonia que iba a comer hierba del campo, que iba a ser como un animal?

Para mí es impactante esto, y cuando veo esto y anoche que lo releía le digo al Señor: “Señor, que nosotros no endurezcamos nuestro corazón, que nosotros oigamos tu voz y la voz de tus profetas cuando dicen: transforma, cambia, arrepiéntete. Porque efectivamente tú tienes misericordia”, y hace un momento lo decía el Señor. “Tengo misericordia y mi misericordia es grande”. Pero no sabes qué día Dios determinará que es misericordia se termine y te haga descender para que reconozcas la grandeza de Dios, para que te humilles delante de Dios y para que cambies y dejes el pecado. No lo sabes.

Yo lo único que puedo decir es: no endurezcamos el corazón como lo hizo Nabucodonosor. ¿Por qué tendrán que venir cosas graves sobre nuestra vida? No hay necesidad de ello. ¿Por qué vamos a obligar a Dios que mantenga un determinado trato con nosotros por nuestra necedad? No hay necesidad. Seamos sensibles a la voz de Dios, seamos sensibles a su Palabra, deja el pecado, déjalo.

Después de estas declaraciones de Nabucodonosor, Dios lo restaura primero como persona y segundo como Gobernante. Lo regresa al trono y le devuelve todo lo que él tenía y aún le añade a su reino. Le da mucho más de lo que tenía, así como le pasó a Job. Y la gloria de Babilonia todavía se crece más. ¿Cuándo? Cuando Dios le quitó su soberbia a Nabucodonosor. Después que reconoció que todo lo que había alcanzado era gracias a Dios y que lo que tenía que hacer con lo logrado era darle gloria y honra al Altísimo.

Daniel 4:36 En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida.

Y fíjate cómo termina con qué declaración tan importante del rey: Versículo 37  Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.

Cámbiale las palabras, vamos a atrevernos a cambiar una palabra y en lugar de Nabucodonosor pon tu nombre. Ahora yo José Antonio alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia. O Él humilla a los que andan en pecado, impresionante.

Muere Nabucodonosor, dice la historia que suben al trono diversas personas en un lapso de nueve años. Creo que son cuatro reyes los que toman control, hasta que sube al trono su hijo mayor: Nabónido (ah para nombrecito). Era hijo de Nabucodonosor quien reina catorce años. Y al morir hereda el trono babilónico su hijo Belsasar, es decir, Belsasar era nieto de Nabucodonosor, ¿si? Porque aquí hay cierta confusión; si ustedes siguen leyendo la Escritura van a encontrar que dice Belsasar hijo de Nabucodonosor, pero siempre se hablaba así de la descendencia, de la dinastía de los reyes. Nunca se utilizaba del que era nieto o bisnieto, siempre se decía: “hijo”, siempre.

Esto alegra mucho a los abuelos, si así lo hacemos hoy. Vamos a decir ahora “tu hijo”, en lugar de “tu nieto”. Entonces no se confundan, era Belsasar nieto de Nabucodonosor.

Daniel 5:1 El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino. ¿Te imaginas esa reunión? En grande, todo el poderío que tenía Babilonia, mil invitados, mil príncipes, los principales del reino de Babilonia ahí estaban reunidos con el nuevo rey Belsasar bebiendo. Ahí estaban. Habían pasado más de 23 años que había fallecido Nabucodonosor, no era demasiado.

Versículo 2 Belsasar, con el gusto del vino (en otras palabras: borracho. La realidad es que la Biblia luego es muy hermosa su traducción). Con el gusto del vino mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas.

Fíjate qué impresionante. Cuando Nabucodonosor años atrás, ya varias décadas atrás había sitiado Jerusalén, una de las cosas que hizo fue tomar lo que había dentro del Templo, lo que había dentro del Templo de Jerusalén. Y lo saqueó y se llevó todos los vasos, vasos de oro, vasos de plata, utensilios de plata, utensilios de oro; todo lo tomó y se lo llevó a Babilonia y lo guardó y ahí lo tuvo guardado, no lo tocó. En aquellos días el Templo fue destruido, fue saqueado, había una gran riqueza dentro del Templo, sus muros, sus adornos, todo era a base de oro, de piedras preciosas, en fin, un Templo majestuoso y había sido saqueado por los babilónicos. La muralla había sido destruida, las casa habían sido destruidas, Jerusalén prácticamente se había acabado.

A Belsasar se le ocurre hacer un banquete, una gran francachela con sus cuates, con los mil más importantes del su reino, con mil príncipes y para la ocasión se le ocurre traer los vasos del Templo de Dios. Algo que había sido santificado para Dios, este pagano lo toma para beber en él, para regocijarse, para emborracharse con sus cuates. Imagínate. ¡Cuidado con las cosas de Dios! ¡Cuidado con lo que tú le entregas a Dios y le dices: “Señor esto es tuyo”, y después vienes y lo quieres utilizar para otro fin! A Dios no le agrada.

Lo que se ha santificado para Dios es de Dios, no hay más. Y el único propósito que tiene y el único objetivo para el cual se puede utilizar, es para la gloria de Dios, para los fines que Dios tiene establecidos. Pues Belsasar aquí trae los vasos y empieza a beber. Imagínate entre quiénes, dice aún entre las concubinas. Pachangón que tenían ahí. Y mientras aquí abajo estaban en la risa y estaban felices, Dios aquí arriba estaba lleno de ira, muy, muy molesto.

Fíjate lo que había pasado; Belsasar aún sabía lo que había ocurrido a Nabucodonosor, él sabía cómo había vivido Nabucodonosor esos 10 años. Sabía por qué había llegado a esa condición y sabía por qué había sido recuperado de esa condición para de nuevo ser rey y que el reino creciera, lo conocía, ¿por qué? Por una razón, porque durante esos 10 años que Nabónido hijo de Nabucodonosor reinó  en el lugar de su padre, también reinó Belsasar.

Dicen los historiadores que Belsasar ayudó a Nabónido en el gobierno de Babilonia. Conocía perfectamente bien lo que ocurría con Nabucodonosor. A estar alturas tal vez lo había olvidado, pero sabía lo que había pasado. El banquete que Belsasar prepara fue un desafío para la autoridad de Dios. Nadie que entienda que Dios es el Creador del Universo es tan necio de desafiarlo. ¡Cuidado, cuidado no lo desafíes, no lo desafíes, escúchalo!

Y estaban en el gran banquete, estaban bebiendo en los vasos del Templo de Dios, bebían y alababan a todo tipo de dioses; al dios del oro, al dios de la plata, al dios de la madera, a todos los dioses, y dice en los Versículos 5-7 En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía. 6Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra. 7El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos; y dijo el rey a los sabios de Babilonia: Cualquiera que lea esta escritura y me muestre su interpretación, será vestido de púrpura, y un collar de oro llevará en su cuello, y será el tercer señor en el reino.

Algo similar a lo que había sucedido con Nabucodonosor. ¿Sabes cuál es uno de los graves problemas de la humanidad? Que repetimos los ciclos, caemos en los mismos problemas, caemos en los mismos pecados, caemos en las mismas circunstancias, caemos en lo mismo. Por ahí hay un dicho mundano que dice que el hombre es el único animal que es capaz de tropezarse dos veces con la misma piedra, o de caerse en el mismo hoyo. Y no son dos, todas las veces que pongan la piedra nos tropezamos.

Se tropezó Belsasar con la misma piedra, hizo exactamente lo mismo: “traigan a los adivinos, traigan a todos los sabios, para que me digan lo que aquí dice, y yo lo voy a exaltar y yo voy a hacer que él sea…” Y trajeron a todos los sabios, a los caldeos, trajeron a los magos, ¿y qué creen? No pudieron leer la escritura, no pudieron mostrar su interpretación. Esto aún turbó más al rey, le causó más conflicto. En ese momento entra la reina al salón de banquetes, ella ahí no estaba. O sea, cómo iba a estar ahí la reina en una francachela en donde todo mundo estaba con sus amantes.

Se entera de todo el escándalo y de todo lo que estaba pasando, entra al salón de banquetes y entonces le dice algo especial: Versículos 11-12 En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los dioses; al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos, 12por cuanto fue hallado en él mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños y descifrar enigmas y resolver dudas; esto es, en Daniel, al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese, pues, ahora a Daniel, y él te dará la interpretación.

Le hablan a Daniel, Daniel los escucha y viene ahora con el rey Belsasar. Y cuando lo tiene enfrente lo primero que le dice Daniel es recordarle todo lo que había pasado con Nabucodonosor. El recordarle todo lo que había sucedido con él a causa de su soberbia y por no humillarse delante de Dios. Y le dice: “recuerda, y tú lo sabías”. Y pasó esto y esto y esto. Y le habla y le dice todo lo que había ocurrido, y cómo él de nuevo se había apartado de Dios.

Y dice en los versículos 22-25 Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto; 23sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste. 24Entonces de su presencia fue enviada la mano que trazó esta escritura. 25Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN.

Es lo que había visto el rey Belsasar que se había escrito. Le dice Daniel: Versículos 26-29 Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. 27TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. 28PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas. 29Entonces mandó Belsasar vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro, y proclamar que él era el tercer señor del reino.

Como que esto último como que ya estaba fuera de lugar, como que esto ya no importaba. Como que en este momento Belsasar lo último que debería haber hecho era no ponerle esto a Daniel sino haberse humillado y decirle a Dios: “perdón, perdóname. Perdóname porque ciertamente he hecho lo malo delante de ti. Porque no he aprendido lo que le pasó a Nabucodonosor, a mi padre, no lo aprendí, porque hice lo malo delante de ti. Porque aún tomé los vasos y bebí en ellos, los vasos de tu Templo y profané tu santidad. Perdóname”.

No lo hizo y al no hacerlo viene una consecuencia de esto, Versículos 30-31 La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos. 31Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años.  Y luego dice la Historia que Daniel sirve a Darío, y el pueblo de Israel alcanza la libertad. Setenta años estuvo cautivo y sale de Babilonia rumbo a Jerusalén para levantar de nuevo la ciudad, la muralla, el Templo y aún sus casas.

Pero Daniel desde el primer día que fue llevado a Babilonia en cautividad, propuso algo en su corazón: No contaminarse. Daniel no solo observó los mandatos de Dios sino que mantuvo una estrecha relación con Dios. No es suficiente que tú cumplas con lo que Dios establece, necesitas estar en una estrecha comunión con Dios. Y aquí cabe una pregunta: ¿Tú qué te has propuesto en tu corazón? ¿Qué has propuesto en él?

Dios ha estado anunciando que su juicio viene. ¿Tú cómo estás? Vuélvete de tu pecado ahora antes de que el juicio de Dios venga. Antes de que el juicio de Dios te encuentre falto de peso en la balanza. Pide perdón a Dios y comienza a vivir de acuerdo a lo establecido por Dios, es decir, a vivir en santidad y en justicia.

Es tiempo, como dice la Escritura, de meditar sobre nuestros caminos. Es tiempo de decirle al Señor: “Sí Señor ya te escuché, ya sé que aquí estás, no he hecho caso o tal vez he atendido unas cosas y no todas las que debiera atender, pero este es tiempo en el cual quiero hacer conforme y tu voluntad, conforme y tu propósito. Y quiero venir delante de ti y pedirte perdón por mi iniquidad, por mi pecado, y pedir que tu misericordia se manifieste y que la gracia de Jesús sea en nosotros.

Que su sacrificio una vez más nosotros lo podamos tomar y podamos ser limpios. Y que tú limpies nuestro ser porque aún Señor dice tu Palabra que aunque nuestros pecados fueren rojos como la grana tú nos limpiarás, nos perdonarás y nos dejarás blancos como la nieve.  Perdónanos Señor, no queremos ser hallados faltos de peso, no queremos que venga el castigo y la desgracia sobre nosotros; queremos humillarnos delante de ti. Quitamos nuestra soberbia, quitamos nuestro orgullo, quitamos la vanagloria, aún Señor quitamos todo aquello que pudiera estorbar en nuestra relación, en nuestra relación contigo porque no queremos ser tratados como Nabucodonosor, tal vez en otra forma, pero no queremos pasar por lo que él pasó.

Es por ello que te reconocemos en estos momentos, te reconocemos como nuestro Dios, como el creador, como el dador de todas las cosas. Reconocemos tu Deidad, tu Señorío, tu Majestad, reconocemos que lo que somos es por ti. Y aún Señor en el nombre de Jesús una vez más te pedimos perdón. Perdónanos Señor, perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, muchos y muy variados son, unos de un tipo de otro de otro, pero hay pecado y tú quieres santidad, tú quieres bendecir a este pueblo, a estos tus hijos. Señor que no haya impedimento alguno para que ello sea, que cualquier corazón duro en este momento sea quebrantado por tu poder.

Que el amor que tenemos por ti sea lo que nos mueva a decirte perdóname, no por el pensar en vivir en las mismas condiciones que vivió Nabucodonosor, no Señor. Sino porque te amamos y queremos agradarte, queremos estar en paz contigo y tú con nosotros, porque te amamos, porque te adoramos, porque tú eres la razón de nuestro existir, porque sin ti Padre, nada tiene sentido. Porque sin ti aún lo que hacemos cotidianamente no tiene razón de ser.  Se en medio de tu pueblo Dios Poderoso, se en medio de tu pueblo en el nombre de Jesús nuestro Señor y Salvador, amén.
 
Dios te bendiga

Por. José Antonio Cano Mirazo

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